jueves, 20 de mayo de 2010

SALARIOS

A lo largo de mi periplo profesional y prácticamente desde su inicio, he ocupado puestos directivos cuando no he sido empresario. Siempre lo había hecho según las normas al uso.

Hace muchos años, regale al socio mi 50% de acciones de la empresa(a pleno rendimiento), me divorcié y tome unos años sabáticos que dediqué entre otras cosas a sacar conclusiones de mi anterior vida laboral.

Cuando retomé la actividad, fruto de la reflexión, lo hice como "filosofo industrial". Una figura atípica en un mundo de tópicos.

El explicar todos los fundamentos de la filosofía industrial en un blog sería demasiado largo y absurdo, pero si que quiero comentar el que mejores resultados me ha dado y el que más me cuesta que acepten los potenciales beneficiarios:
Cuando formo un equipo de trabajo, intento que los integrantes sean los mejor pagados y con más calidad de vida laboral del sector en cuestión.

Algunos de mis antiguos colegas ya estarán en prevención pensando "eso a los pocos meses se convierte en un derecho y ya no recibes nada a cambio"; otros pensarán "eso son los sistemas de incentivos"; y hasta quién se lamente "si, los chinos fabrican esto pagando poco más que un cuenco de arroz y yo voy a regalar el dinero".
Estas son las principales reacciones.

A los primeros: Si te pasa eso es por que no has hecho los deberes. Esto es una religión y hay que mantener viva la fe; el colaborador debe de tener siempre presente la relación directa entre su envidiable situación económica y calidad de vida laboral con la calidad productividad de su trabajo. Limítate a reforzar esta premisa día a día, el resto viene solo. Acabará sintiéndose un figura y miembro del mejor equipo; ya no querrá dejarlo, será competitivo al máximo. Ya no estará trabajando para otro, estará manteniendo su estatus y el de su equipo y nadie trabaja más y mejor que quién lo hace por convencimiento propio. Pero tampoco olvides apartar de inmediato las manzanas podridas.

A los segundos: Taylor hizo una revolución. Pero hace dos siglos, cuando el sinónimo de trabajo era esclavitud. Hoy ya no vale (en realidad hace muchos años que ya no vale). Siempre hay confrontación a la hora de establecer la producción normal y la pendiente del incentivo. El final, siempre acaba siendo un sistema forzado, una relación confrontada, mejor que nada, pero sin convencimiento.

A los terceros: Si estas en este grupo, cierra la empresa; te evitarás una larga agonía y puede que hasta no acabes arruinado. Si la piedra angular de tú negocio es el coste de la mano de obra, no tienes nada que hacer contra países que minoran cinco o más veces los tuyos. Vete a fabricar a esos países o dedícate a comercializar sus productos, o cambia de sector. Si tu solución es rebajar salarios, te irás al hoyo igualmente pero además habrán unos cuantos (tus trabajadores) cagándose en tus muertos. Triste final.

Un trabajador que a mitad de mes ya no tiene dinero en casa, estará en su puesto de trabajo, pero no estará rindiendo, estará pensando en sus problemas. Su capacidad de compra será mínima y tarde o temprano, se cerrará el círculo y esa frialdad económica te afectará a ti.

Un trabajador adecuadamente motivado, luchará por mantener su estatus privilegiado. Será un consumidor activo y cuando se cierre el círculo, esa actividad económica te beneficiará a ti.

Tener colaboradores bien pagados siguiendo este precepto no encarece tu producto, lo abarata.

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