Cuando el hombre empezó a distanciarse un poco de los monos, todo era más sencillo. El jefe de la tribu era el que pegaba los mamporros más fuertes o traía el mamut más grandes para la cena.
Pronto dejó de ser insuficiente el miedo al garrotazo y entró en escena la manipulación de lo desconocido, la amenaza intangible: las religiones. Las dos fuerzas unidas eran demasiado, o te jodian en esta vida o en la otra. Y como fueses un tocapelotas, en las dos.
Unos pocos habían descubierto el chollo, en vez de buscarse la vida, poner a muchos a trabajar para ti. Esto es lo que ahora llaman tener "vocación de servidor público", pero aún no hemos llegado a este punto de la evolución.
Ya estaban puestos los cimientos.
El crecimiento de estas microsociedades y del intelecto de sus componentes (tampoco es que fuese mucho, no nos engañemos), hacía cada vez más difícil dominar a la plebe con la simple amenaza del mamporro y tampoco era cosa de apretar mucho con la mala leche de los dioses por que el equilibrio de fuerzas de ambos poderes debía de mantenerse. Entonces se inventaron a los vecinos cabroncetes. Que si fijate en los del pueblo de al lado, que si van a venir a robarnos los cerdos, que si los de tierra adentro adoran a un dios falso y si no los caneamos el nuestro se va a cabrear y nos va a mandar unas cuantas plagas...
Seguía resultando fácil con el miedo a lo de casa, a lo del más allá y a los vecinos conseguir que la plebe siguiese contribuyendo con sus impuestos al mantenimiento de sus líderes.
Pero la evolución, que acaba jodiéndolo todo (hasta el clima), convirtió esos reducidos núcleos en paises. Unos optaron por la dictadura como forma de gobierno y otros por la democracia.
Las dictaduras las han querido etiquetar como de izquierdas o de derechas, pero analizadas de forma pragmática son lo mismo: en ambas manda el que tiene las armas, en ambas te cae el pelo si difieres en pensamiento o acto del que manda y en ambas unos pocos viven como dios y el resto viven como les dejan.
La democracia es más compleja: el pueblo elije. Y, ¿como hacer que el mayor número posible de votos caigan de tu lado?. Con promesas, que las promesas son gratis; cada uno prometerá lo que crea más fácil de conseguir y que a su vez guste al mayor número de votantes posibles.
Unos prometerán abortos subvencionados, matrimonios homosexuales, protecciónes sociales, etc y se autoproclamarán de izquierdas, progresistas , liberales...
Para los otros será la familia, el orden, el libre mercado y serán etiquetados como de derechas o conservadores.
Ambos removerán en las miserias del pasado para intentar cubrir de mierda al otro, desenterrando episodios de sociedades que ya no existen y recordando personajes, que en la mayoría de ocasiones, afortunadamente, llevan ya unos cuantos añitos criando malvas.
El bombardeo de los medios de comunicación es brutal. Ambos utilizan a sus afines para lanzar basura contra el otro. Y por desgracia, somos poco dados al esfuerzo. Resulta más cómodo encender la tele y quedarnos con la panfletada que más nos guste o con el que parezca más simpático. Desde ese momento, la mayoría ya se identificará con ese grupo o con ese líder y engullirá todo lo que venga de su lado aceptándolo como propio y negando por sistema lo que venga del otro lado.
Por eso no me sorprendo cuando veo a esos jovencitos imberbes con la camiseta del Ché, sin que parezca importarles la afición de ese individuo por pegar tiros en la nuca a los que no pensaban como él, o su incapacidad para vivir lejos de una guerra en la que poder cargarse a otras personas. O a otros con símbolos nazis como si en lugar de la esvástica llevasen la carita smail. En ambos casos sin tener ni idea de lo que defienden o defendiendo una idea y una historia totalmente manipulada.
Es empezar el telediario y ya los tienes metidos en el salón de tu casa. Estamos en una crisis brutal y en lugar de hacer su trabajo, dedican el 80% de su tiempo a poner a parir al contrario y el otro 20% a prometer cosas que luego no cumplen o que no valen más que para dar un poco de esperanza a sus seguidores.
¿Alguien sabe si los dirigentes de las distintas formaciones han dado orden a sus expertos en economía para que se pongan a trabajar en equipo y encuentren soluciones?. Estamos en un momento histórico en el que si estos mangantes trabajasen realmente para el pueblo que les paga, meterían a todos los expertos y asesores económicos, que cobran un pastón, en un cuarto y no les abrirían la puerta hasta que no aportasen soluciones para salir de este hoyo. Pero no, prefieren que nos hundamos en la mierda y que parezca que el culpable es el otro antes que encontrar una solución conjunta que pueda poner en duda que los rivales son malos de la muerte. Las apariciones en los medios de comunicación reclamando la colaboración del otro, son solo cortinas de humo. Cuando hay voluntad, se hace. Cuando no la hay se anuncia a bombo y platillo la petición de colaboración para a renglón seguido anunciar a más bombo y platillo que el otro no ha querido sentarse.
No quiero ser de izquierdas ni de derechas. Quiero ser un ciudadano y tener la seguridad de que el dinero que entrego en forma de impuestos, me proporcione infraestructuras, coberturas, seguridad y la posibilidad de desarrollarme hasta donde mi potencial individual me lo permita.
No tengo por que elegir entre Bach o Mozart, entre El Greco o Dalí, entre la carne o el pescado, por que puedo disfrutar de lo bueno de cada uno. Y menos por que unos payasos que venden pescado se pasen el día diciéndome que la carne es mala o viceversa.
NOS SOBRAN LOS POLÍTICOS.
Deberíamos de elegir para cada ministerio a profesionales de reconocido prestigio que se dedicasen únicamente a mejorar lo que fuese de su competencia. Hay médicos, juristas, ingenieros, arquitectos, filósofos, profesores, físicos, químicos, gente de sobrada y reconocida capacidad que, despojados de ideologías podrían gestionar el País con sobrada eficacia. Al igual que hay personas de intachable conducta y mente lucida que podrían coordinar a los otros expertos.
Eso es lo que deberíamos de votar: nombres propios y puestos concretos. Marcar objetivos claros y cuantificarlos, que de no ser alcanzados supusiesen la renovación del equipo responsable.
No seamos cómodos. El que aspira a gobernar no debe de ser el que prometa unos objetivos. Somos nosotros los que debemos de marcar unos mínimos al que quiera gobernar y si no los alcanza, despedirlo. Sea liberal o carca.
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