Todos recordamos de nuestra época de estudiantes que el no leer con atención la pregunta en un examen podía acabar en suspenso.
Y hasta el peor de los estudiantes recuerda aquello de que "la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta".
El que un gilipollas se crea genio, no acaba en grandes logros, sino en grandes gilipolladas.
Por eso, nuestro Sumo Gilipollas pensó que si el objetivo era ir de A a B, seguiría la línea recta pero además, colocaría B en una pendiente de 45º de desnivel con respecto a A; esto le valdría no solo recorrer la mínima distancia, además lo haría a mucha más velocidad que los demás.
Pero con las prisas de de dar un repaso al resto de líderes mundiales y demostrar que era "El Elegido", no terminó de leer las bases "...de A a B y vuelta a A". Tampoco reparo en los medios; el carricoche no tenía frenos y B acababa en un muro de hormigón.
La ostia fue de órdago a la grande. Ahora maltrechos por el tremendo golpe y teniendo que desandar el camino cuesta arriba se empecina en hacerlo de la forma más rápida otra vez, sin darse cuenta que cada trecho que sube, acaba en un nuevo deslizamiento hacia B. Es mucha la pendiente y cada vez más el desgaste.
En situaciones como la que estamos, la linea recta sigue siendo la más corta, pero ya no es la más rápida. No hay más que fijarse como se construían los puertos de montaña cuando no se podía tunelar: con eternos zigzag que reducían la pendiente. Grandes putadas aquellos famosos puertos de montaña, pero única forma de llegar arriba cuando se está tan abajo.
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